Hace ya muchas lunas que me han soltado... las armaduras demoníacas son demasiado pesadas para mí... no servía para su ejército... no logro entender porque dejaron que me quedarse con mi lanza... Desde entonces he vivido en el bosque, las bestias de aquí aunque peligrosas y fuertes, me son más simpáticas que esos cornudos, pero lo que más aprecio es la débil luz que se filtra entre las hojas.